Como en muchas otras óperas de Verdi, en Aida se cruzan la pequeña historia, la historia de los protagonistas, de sus amores, sus sueños, con la gran historia, la de la política, los ejércitos y los dioses. Y se enfrentan el Poder con el poder del amor. Es imposible decir si alguno gana.
Aida es esclava en Egipto, aunque princesa en Etiopía. Radamès, joven oficial la ama pero ¡ay!, Amneris, la hija del faraón, lo ama a él. Rival temible, pero impotente; dolida pero peligrosa.
En el recitativo Radamès canta su deseo de ser designado jefe del ejército y en el aria sueña dedicar el triunfo a Aida. De mi pensamiento sos reina, sos el esplendor de toda mi vida. El aria termina con el deseo de erigirle un trono cerca del sol. La esclava, reina. Canta Mario del Mónaco en Tokio, en 1961.
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